7.8.06
Líneas
Fotografía "Alone", por Keith Goldstein. Usado sin fines comerciales.
El quiso decir tengo miedo... Quiso expresar que nunca había estado tan atemorizado antes en su vida por exponerse como estaba a punto de hacerlo, pero que de alguna forma sentía que esta vez sí valía la pena.
Le quiso decir que estaba poniendo ciegamente la vida en sus manos (lo cual es un error, por que nadie nunca va a poder de entre los seres humanos asumir esta responsabilidad de forma prudente), y que estaba hastiado de toda esta palabrería vana en la que se había autoinducido; si, si, todo ese discurso de que hay que pensar bien las cosas, que hay que fijarse bien, que hay que sopesar las consecuencias y demás. Diablos! Todos estos años lo único que había logrado con su exceso de análisis era… era parálisis. Era hora de dar el salto!
Le quiso decir que esta vez si tenía disposición a perderlo todo… ya lo había perdido antes… le quiso decir que sentía que no importaba si era rechazado, por que ya no era la primera vez, y cuando lidias con el sufrimiento en su punto máximo, algún tipo de cauterización ocurre que no te permite desesperarte nunca más a un grado máximo… ya sabes que de nuevo vas a salir adelante, y ya aprendiste que es posible levantarse por que todo pasa…
Estaba a punto de decirle todo lo que sentía, y arriesgado a recibir el peor puntapié que su corazón estaba dispuesto a tolerar… Por que es mentiras que solamente una vez se vive la pasión: tal vez se vive en formas más maduras pero los sentimientos, cuando son intensos, siempre se viven como si fuera la primera vez, y siempre tienen ese virginal candor de hacerte sentir que no es posible sentirse mejor ni peor, ni mas intenso, y siempre te hacen sentir como que nunca fue un sentimiento con tanta intensidad. Por eso todos los enamorados viven diciendo que nunca sintieron algo parecido antes… y siempre lo vuelven a decir con su siguiente amor…
Esa vez, a cuatro pulgadas de sus ojos, con su respiración difícil de controlar, con las comisuras de sus labios humedecidas de millones de palabras, intenciones y deseos adicionales, y a pesar del calor de la respiración de ambos, estaba con frío, estaba a punto de expresar la frase más dual de su vida:
-“Me gustas mucho…” dijo, con sus ojos cerrados.
Ella lo vio, absorbió el dióxido de carbono de esa exhalación que también amalgamaba sus sentimientos y su corazón. Lo respiró, dejo que entrara en sus pulmones y pudo claramente sentir cómo todas sus intenciones formaron una áura dentro de ella que se convirtió por un momento en un abrazo, pero como por dentro…
Ella deseaba corresponder, y estaba aterrorizada por estar ante la posibilidad de perderse del amor de su vida… siempre que llegaba a este punto de cercanía con alguien, sentía que era posible que lo fuera…
Ya no tenía que cuestionar si era una persona de buenas intenciones, aunque si lo hubiera hecho ya había un mundo de datos y detalles que corroboraban como puntos cruzados que todo estaba bien… Que era genuino y conocía todos sus posibles perfiles…
Ya también se había dado cuenta que no sentía cualquier cosa por esa persona, y que la posibilidad de estar con esa persona no sonaba desagradable, sino deseable…
Pero no lo besó… Abrió sus ojos, y pudo contemplar con un inusual detalle la textura de su piel, oler su perfume y feromonas, y cómo le brincaba agitadamente la arteria de un lado de su cuello, por la acelerada palpitación de su corazón.
Se sintió abrumada por tanta sensación… No estaba acostumbrada a ver un hombre tan vulnerable… regularmente eran papeles invertidos… Aquellos ojos cerrados daban la apariencia de la delicadeza de un niño durmiendo… La hizo sentirse mala…
Quiso decir que por favor no se alejara, que solo necesitaba un poco más de tiempo para poder terminar de apilar como es debido sus sentimientos… Quiso decir que le tomaba mucho tiempo afianzarse, pero que eso no significaba que no era capaz de amar bien, tal como una mujer puede pasar mucho tiempo dilatando para dar a luz el milagroso ser viviente a quien llamará hijo….
Quiso decir “por favor espérame, que esto vale la pena”... Pero no quiso hacerle sentir que tenía algún tipo de esperanza… Y si cambiara? Y si se cansara de mí? Y si me siento comprometida por hacer que me espere? Y si luego yo le digo que estoy lista y el me sale con que se cansó de esperar? Entonces pensó que no podía darle esperanzas… pensó que si realmente le quería iba a saber entender… Y respondió:
-Gracias, pero no estoy interesada.
El abrió los ojos y antes de que ella se alejara, pudo percibir con mucho detalle su miedo… Se sintió más expuesto de lo usual… pensó, que como otros casos previos, este era otro de estos casos que nunca pudo entender del género opuesto, y bajo los efectos de la misoginia recordó todas aquellas mujeres estúpidas que decían: “las mujeres somos así, nos gusta que nos den atención”…
Pensó: Qué tengo que probar? Si al final no es capaz de detectar mis sentimientos, estaría dispuesto nuevamente a vivir en un eterno galanteo que nunca tuviera la mínima garantía? De qué quiere asegurarse? Por qué tiene que ser tan complicado? Por qué me trata como lobo feróz, si no le estoy acosando así? Por qué accede a llegar a estar tan cerca de mí si no le intereso para nada más? Será que estoy pensando tanto en mí que me olvidé de ser un buen amigo? Tal vez, estoy tan concentrado en que recibo que no pienso que no estoy dando? Pero aún si pudiera darle mi amistad… sería bueno que me exponga tanto siento que ya le dije lo que siento?
Se alejó de su faz... Vió para el suelo, abochornado. Pensó que definitivamente había vuelto a cometer el error. Quizo nulificar todo lo dicho y le dijo:
- Discúlpame por favor.
- Tranquilo. Está bien…
Se despidieron. Se fueron a casa. Lloraron por aparte. Se amaron a escondidas. Ella se hizo la fuerte. El escribió este cuento basado en esas cuatro líneas…
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